lunes, 6 de agosto de 2018

Semana 3

Semana 3 


¿Ya vamos en la semana número tres? ¿En qué momento? El tiempo es fugaz y no se si le paso a la mayoría o solo a mí, pero cuando era pequeño el tiempo se me hacia eterno, los días para llegar a mi cumpleaños, Halloween o Navidad parecían que duraban un año entero cada uno, pero ahora son fugaces y cuando menos me doy cuenta estoy en cada uno de esos días nombrados anteriormente. Es triste porque ahora mismo quiero que el tiempo pase lentamente y no lo hace.

A la clase del lunes no pude asistir porque a decir verdad soy remiso y era la ultima semana para hacer las vueltas de la libreta militar, entonces como era de esperarse, estuve todo el día metido en el batallón militar esperando a que me aceptaran todo y me dieran el recibo para pagar la libreta. No obstante, sí me contaron lo que hicieron y es lo que pienso que escribir en la primera parte de la reseña, porque, aunque uno no vaya a la clase no es excusa para no informarse y entender que es lo que vieron.

Al parecer empezaron hablando de una de las cosas que le gusta a la mayor parte del mundo, procrastinar. Cobos lo definió como una enfermedad, y es cierto, si no procrastináramos tanto podríamos lograr muchas más cosas, sacar adelante más proyectos y aprovechar mejor el tiempo. ¿Pero por qué la idea de no hacer nada es tan atractiva? Nunca lo sabremos, pero si esta en nuestras manos dejar de procrastinar ¿Por qué no lo hacemos?, esto según Cobos es porque vivimos en un ecosistema de la interrupción y consiste en que estamos vinculados tanto a las nuevas tecnologías que apenas suenan, interrumpimos todas las actividades que estamos llevando a cabo para atender las distintas notificaciones. Eso es cierto, y me recuerda mucho a mis papas que apenas suenan sus celulares dejan todo lo que están haciendo, me sorprende que sean así y yo no (Al menos en momentos familiares) Tal vez porque para ellos eso es más nuevo que para mí, además hace poco descubrieron los memes, entonces se imaginaran como están mis chats con ellos… llenos de memes por supuesto.

Mentiría si dijera que el celular no me ha distraído como veinte veces desde que empecé a escribir esta bitácora, y es que es cierto, uno no puede ver que el bombillito se encienda porque más se demora en prender a que uno coja el celular para responder.  Es cierto que la capacidad y la calidad de llevar a cabo las tareas se ve disminuida por este hábito, y es difícil en esta época pedirle a alguien que no use celular, y cada vez salen más aparatos electrónicos como manillas o relojes, que hacen aún más difícil el concentrarse. Me atrevería a decir que incluso el mismo computador donde llevamos a cabo nuestros trabajos es una distracción continua al tener acceso a Internet y que en cualquier momento nos podemos desviar del trabajo y empezar a mirar las ultimas noticias en nuestra red social favorita, sea Facebook o Twitter, o incluso empezar a jugar algo como es mi caso.
Por mi parte me siento muy identificado con el sketch que Cobos mostro en la clase, “Un estudiante haciendo la tesis” de Enchufe Tv, un canal ecuatoriano muy conocido. Es gracioso, y es cierto en gran medida. Los estudiantes de ahora tal vez no contamos ni con la mitad de concentración que los de antes, y es gracias a las tecnologías que tenemos.

Luego de concluir el tema de la procrastinación, otro tema salió a flote, la “burbuja de filtros”, en resumen, se trata de que, gracias a las búsquedas, los gustos y lo que consume el usuario en Internet, un algoritmo calcula la información que le gustaría al usuario. Es decir, esto puede desembocar en un problema, ya que los buscadores como Google o las redes sociales, ya no están presentando la información completa sino solo lo que le gustaría ver al usuario, obnubilándolo solo con un punto de vista. Esto a mi parecer es un problema importante, ya que la opinión de una persona tendría un sesgo importante y no le gustaría escuchar diferentes puntos de vista al suyo. Además, la desinformación gracias a este algoritmo aumentaría con creces.

El tercer tema tratado en la sesión fue el del llamado “Efecto Mandela”, un término que es reciente y se debe a la atribución de recuerdos a cosas que jamás sucedieron. Es decir, el nombre del efecto se debe a que muchas personas recordaban que Mandela había muerto en la cárcel y habían visto su funeral por televisión. Esto no es cierto ya que nunca sucedió, de hecho, Mandela salió de la cárcel y murió a los 95 años. Otro ejemplo es la creencia general de que el hombre que sale en las cajas de Monopolio tiene un monóculo, y la verdad es que nunca lo ha tenido.

Por mi parte me puse a investigar cuales eran las causas de este efecto y encontré algunas:
·         Efecto de la desinformación: Cuando no se tiene un recuerdo en concreto sobre una situación y alguien te cuenta lo que ocurrió y es mentira. Tu asimilas esa información como correcta y lo empezaras a creer.
·         Falsa atribución a la memoria:  Si siempre se oye una versión de la historia es posible que la atribuyas como ciertas y visualices recuerdos de ellas, aunque sean mentira.
·         Confabulación:  Efecto que sufren algunas personas por el que producen de forma inconsciente recuerdos incorrectos sobre los detalles más triviales
·         Falsa memoria: Trastorno mental ocasionado en mayor parte por estrés postraumático, nuestro cerebro adapta nuevos recuerdos a lo que hemos vivido.

En conclusión, de esta sesión, este efecto es muy interesante, y puede que sea una de las causales más importantes de la desinformación en el presente. Es decir, si te quedas con algo que una persona te contó, lo repetirás y darás por hecho que es correcto y a la persona que le cuentas también lo creerá.

Para la segunda sesión de la semana (A la cual si asistí y agradecí al cielo que nos tocara en salón con computadores porque yo había traído el mío), retomamos el taller que habíamos hecho la semana pasada, que consistía en hacer una tabla con cincuenta preguntas, divididas entre Autor, Contenido, Finalidad y otra que ahora mismo no recuerdo (perdón), para verificar que tan confiable era una página web. Toda la clase nos dedicamos a terminar la tabla y a formular las preguntas que no se podían parecer a las de la tabla del ejemplo (Por supuesto que algunas si se parecen, es inevitable) y una vez terminamos con la tabla, Cobos no nos dejó ir sin preguntarnos a las duplas con que nos habíamos quedado la clase de aquel día. Y aunque mi compañero haya respondido por mí, yo me quede con la idea de que uno no puede verificar la información en la primera página que se encuentre, ya que no todas son confiables e incluso pueden contribuir a la desinformación.

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